viernes, 29 de octubre de 2010

El reflejo del cambio

Huellas de un pasado que me consume y me retiene, que por más que mi vida cambie me persigue y me destroza. Tener derecho a equivocarse es de sabios, a pesar de que aquello cambie el perfil de relaciones que lo eran todo, y que ahora tambalean… tambalean…

La perfección no persigue al corazón, a la irracionalidad de dejarse llevar, de dejar jugar a la creatividad sin sopesar en las consecuencias que acarrean. Yo pise en falso, resbale en aquellas noches de locura,  y por más que intento apartar todo, me persigue como una enfermedad, la cual ahora percibo sus secuelas, y me duele… me duele… 

Sí, me culpo, por querer dar una imagen mía de frialdad y sexual, intentando con ello apartar de mi cada dolor sufrido en el pasado, cada sentimiento robado y no devuelto, pero sin tener en cuenta que sigo siendo esa persona enamoradiza de la vida, esa persona alejada de esta enfermedad de buscar placeres en muros vacios que no significan nada, ese ser que creía en el mas allá como una forma de vida y el cual ahora tiembla en el presente.

Tengo nostalgia de mí, basta con sentir el calor del dolor apretando contra el pecho para darme cuenta que me echo de menos, no me arrepiento de este otro yo que tanto me hace valorar mi verdadera esencia, esa que enamora y que tenía guardada en el cajón de las causas perdidas por miedo a ser otra vez abatida en duelo por almas desocupadas. Ese otro yo despertado por la persona que inconscientemente me ha destellado con el reflejo de mis dos lados más opuestos, haciéndome ver lo que quiero ser, lo que fui y cambie. El dolor más grande no es hacer que veas la parte más difusa de mí, el dolor más grande es verla yo por primera vez en mi mismo y sentir que me he defraudado por primera vez en mi vida.

Ahora que me has dado la llave que me hace recordar lo que era, eres tú el que debe valorar si la debe encajar en su cerradura y dejar abrir este mundo que me haga volver a ser esa persona ilógica pero sensata, que intentara nunca más defraudarse a sí mismo, para no defraudar a nadie, a ti.

viernes, 15 de octubre de 2010

Hoy cayó una lágrima...


Hoy cayó una lágrima, pérdida se encuentra sin querer moverse del lagrimal, nadie se atreve a recogerla y decir que todo se solucionará. De tanto esperar, las lágrimas se solidifican no dejando pasar más agua, secando lo más profundo del alma hasta volverse seco, duro y frágil. Dicen que el más valiente es aquel que menos aparenta, el que no llora ante las adversidades y mantiene siempre las formas, ¿Realmente es más valiente ocultarse a uno mismo? Destruir cada trocito que nos hace propio nos vuelve frágiles al ojo ajeno, evadirse de llorar es tan destructivo para nosotros como no sonreír ante lo más bello.

Evitar cada golpe nos produce heridas más profundas, respaldar cada acierto para nunca más cometer fallos no nos hace más humano, ya que el no querer defraudar nos hace no actuar, no respirar cada segundo de una vida, que más larga o corta, es todo lo que tenemos. Detrás de un fallo llega un acierto, detrás de una desilusión un nuevo rumbo al corazón, detrás de un suspiro… un respiro a la vida que nos hace sentir todavía muy vivos.

Hoy cayó una lágrima… ¿Qué piensas hacer?

domingo, 10 de octubre de 2010

¿Qué hago para no querer olvidarte?

Ya te ofrecí el cielo,
entendí cada rincón oscuro
de tu desconsuelo,
y me quedé mirando el suelo
porque no quisiste caer en mi anzuelo.

 Cuide cada detalle,
olvidé esos miedos
que me hacían parar
esta forma de amar,
 pero fuiste tú casualmente
quien me tuvo que frenar.

¿Cómo rompo el tiempo
y llego a tu momento?
Ese en el cuál no temas al vivir
y quieras de una vez sentir
todo lo que soy capaz de darte,
¿Qué hago para no querer olvidarte?